Hoy les contaré sobre un proyecto en el que trabaje el año pasado: por el diseño y mantenimiento de un pequeño “huerto respetuoso de la naturaleza” dentro del Hospital Infantil Vittore Buzzi en Milán.
Desde el 2019 soy parte activa de una asociación de voluntarios que ayudó a la municipalidad de Milán a proyectar y construir un parque público llamado Segantini (Associazione Parco Segantini (APS)). Ahora, sus socios (aproximadamente 200 familias que dan una cuota anual de 25 o 50 euros) mantienen 3 huertos de 1.000 metros cuadrados (m2) cada uno y una zona reforestada de aproximadamente 15.000 m2 con más de 1.000 árboles autóctonos de la cuenca del río Po.
Es un ejemplo de participación ciudadana exitoso que funciona no solo porque ha agrupado personas con distintas competencias que comparten la pasión por el cuidado de la naturaleza urbana y la agricultura respetuosa, pero sobre todo porque se han creado relaciones humanas entre sus socios activos.
Gracias a esta reputación durante los primeros meses de 2022 la asociación Missione Sogni (Misión Sueños) pidió ayuda a la APS para activar o reactivar los huertos de algunos hospitales pediátricos de Milán.
Misione Sogni financiaba la construcción y manutención de pequeños huertos en hospitales pediátricos para los niños internados y sus familias. Además, organizaba 1 vez por semana actividades lúdicas/educativas para quienes pudieran y quisieran participar.
Después de la pandemia de COVID fue difícil reactivar la colaboración con los hospitales. Visitamos, junto a Antonella y Pamela de Misione Sogni, 3 hospitales de los que solo el Hospital Buzzi, puso a disposición una terraza en el tercer piso para crear el huerto desde cero.
Siempre es un reto cultivar en cajas porque contrariamente a plantar directamente en el terreno, las plantas, que no pueden llegar a fuentes subterráneas de agua o nutrientes, dependen de nuestro cuidado para vivir.
Activamos un grupo de 5 personas de la APS, Riccardo, Gabriela, Lino, Maurizio y yo, para crear el Huerto de los Niños del Hospital Buzzi:
- Se habilitó el agua para implantar un sistema de irrigación a gota automático y un lavabo, indispensable para el trabajo en el huerto.
- Se compraron 7 cajas grandes y 8 pequeñas de plástico resistente y se distribuyeron formando una letra “C” en la parte más soleada de la terraza. La luz del sol es fundamental para la vida de las plantas.
- Se cosieron sacos de un material plástico resistente al externo de las dimensiones de las cajas. Estos se colocaron en las cajas y sobre estos se añadió un estrato de piedras volcánicas para que no se estanque el agua, seguido de tierra fértil.
- Se compraron y montaron 2 armarios para el material didáctico y la jardinería, un invernadero pequeño, un sistema de recolección de agua de lluvia, un compostador rotante, un parasol, dos mesas y varios taburetes de plástico.
Con esto, estaba listo lo indispensable para acoger a las plantas, los niños y sus familias y el personal del hospital, pero ¿cómo es un huerto que respeta la naturaleza? ¿Cómo funciona la naturaleza?
Tratemos de entender cómo funciona el ecosistema bosque. Dentro de un bosque conviven muchos tipos de vida (plantas, animales, hongos y bacterias, y si hay ríos y lagos cerca, algas).
Necesitábamos crear un lugar donde los niño y sus familias puedan observar, explorar y comprender la naturaleza urbana y sus ciclos, un sitio donde producir algunos vegetales y frutas. !Un sitio lindo y vivo donde estar y sanar!
En el bosque el terreno está siempre cubierto de las hojas que caen de los árboles y que con el tiempo se transforman en tierra (materia orgánica) porque algunos micro organismos (bacterias, hongos) y macro organismos (lombrices, insectos) las comen.
Nadie riega la vegetación del bosque porque bajo el suelo hay muchas interacciones, por ejemplo, los hongos micorriza permiten a las raíces de los árboles llegar a las fuentes de agua y minerales. ¡Un verdadero sistema de intercambio conocido como el internet de las plantas!
En cajas, en una terraza, en el tercer piso, las plantas no pueden crear este tipo de interacciones, pero, si nosotros nos integramos en el ecosistema como agentes que cuidan y acogen la vida, agentes que crean belleza, ellas logran vivir.
Y lo primero que necesitábamos son árboles y plantas perennes (perdurables). Así que acudimos a Silvio, una de las personas clave en la realización del parque Segantini, y uno de los actores principales de la creación del Boscoincittà, un gran bosque de 120 hectáreas en el Noroeste de Milán realizado desde el 1974 junto a ciudadanos voluntarios.
Silvio conoce muchas personas y gracias a él fueron donados para el huerto de los niños 3 árboles: ginkgo biloba, granada y arce rojo. Los acomodamos en los bordes del huerto
Considerando que el huerto estaba listo en junio que es el inicio del verano en Italia (y no el mejor tiempo para iniciar un huerto) lo que hicimos fue comprar algunas plantas autóctonas que encontramos en el vivario: tres variedades de albaca (italina, roja y griega), lavanda, tomillo, flores tagete, ensaladas, mora sin espinas, un arbusto de arándano y otra granada.
La APS nos regaló, flores de caléndula, borraja, un tomate cherry y dos pimientos. Y durante el año donaron muchos otros vegetales.
Trasplantamos en las cajas las plantas considerando sus necesidades de espacio y las condiciones de amistad que se sabe existen entre ellas. ¿Sabías que algunas plantas aman estar juntas mientras que otras no se toleran? El mundo vegetal es fantástico.
Con el huerto listo (casi) todas las semanas (desde junio 2022 a septiembre 2023) dedicaba 2 horas de trabajo que incluían el mantenimiento y la realización de una actividad con los niños.
Las actividades con los niños debían ser flexibles y lúdicas, porque dependían del estado de salud y ánimo de los niños y sus familias.
La actividad normalmente se decidía en base a las condiciones del huerto, al cuidado que este requería y la estación del año (temperatura, lluvia y sol). La observación era fundamental.
Usábamos el olfato y la vista para identificar las plantas. Recogíamos, identificábamos y sembrábamos semillas. Dibujábamos las plantas. Recogíamos los frutos de la tierra. Almacenábamos el agua de lluvia para irrigar. Cubríamos el terreno con hojas y paja para proteger los micro y macro organismo y evitar la evaporación del agua. Preparamos el terreno para sembrar papas. Sembrábamos muchas flores distintas en todas partes. Cambiamos la mora que no estaba contenta por un madroño (arbusto-árbol del mediterráneo). Introducimos más plantas aromáticas (salvia, cedrón, romero). Hicimos compost. Trasplantamos fresas y aprendimos su ciclo de vida. Cultivamos cebollas y zanahorias. Preparamos pesto para las personas del hospital, etc.
Cada semana Mery, o alguna enfermera del reparto, me informaba cuantos niños podían salir si tenían ganas de hacerlo. Luisa y Piera, las profesoras del hospital, también invitaban a los niños a participar de las actividades.
A veces estaban muy motivados y se quedaban mucho tiempo, otras veces, estaban cansados y decidían volver a sus cuartos pronto, otras veces los doctores necesitaban visitarlos y tenían que volver a sus cuartos.
Descubrí rápidamente que a pesar de que un huerto permite experimentar el sentido del gusto y hablar de alimentación, en un contexto de hospital, esto no se podía proponer. Así que los productos maduros que recogían se regalaban al personal del hospital (médicos y enfermeras). Así, los niños cuidaban las plantas del huerto (y los seres vivos que ahí habitan) y regalaban sus frutos a las personas que cuidan de ellos.
Desafortunadamente Misione Sogni, que financiaba el mantenimiento y las actividades con los niños cesó de existir en octubre 2023. Por fortuna otra asociación presente en el Hospital decidió cuidar el huerto, así las plantas continuarán a dar conforto a los niños y sus familias.
La creación de esta relación de gratitud hacia los médicos y enfermeras a través de la entrega de los productos del huerto cuidado por los niños y sus familias es la cosa más linda que me llevo de esta experiencia. Ojalá se pudiera mantener y replicar en los hospitales del mundo.
Se requiere poco espacio, respeto, observación y cuidado para ayudar a curar, y agradecer el trabajo de las personas que nos curan.
Por M. S. Gachet