Una historia de compostaje

Plantas de piña apenas trasplantadas en una plantación en Santo Domingo de los Colorados, Ecuador. Aquí, empresas medianas y grandes producen frutas tropicales como la piña para los mercados locales e internacionales. La mayoría de ellos se cultivan como monocultivos. Representan una fuente de ingresos y alimentos para las familias de la zona. Foto de Karla Gachet.

Un hombre curioso entra a uno de los huertos del Parque Segantini y encuentra a Sergio y Luca. Es Junior, un apasionado de la tierra y deseoso de saber cómo se cultiva en el parque. ¿y por qué? Él también trabaja la tierra y desde el año pasado, a causa de la pandemia, trata de hacerlo para vivir. Nos cuenta que no ha estudiado agricultura, que aprendió lo básico en su Cuba natal donde todos los niños y jóvenes cultivan la tierra después de la escuela, trabajo duro para un niño nos dice…

Sergio y Luca muestran a Junior nuestro compost de lombrices que está funcionado desde hace dos años. Dependiendo de la época del año, el compost se hace en un tiempo de entre 3 y 6 meses. Junior nos dice que podría ser más eficiente, es decir más rápido y que si queremos puede mostrarnos como hacerlo. Salomé, que está muy interesada a compostaje en casa, se involucra, encuentra la propuesta de Junior genial y organiza inmediatamente una visita a Gaggiano donde Junior trabaja.  

La “Associazione Parco Segantini” está formada por un grupo de personas que comparten el amor por la agricultura y el respeto a la naturaleza. Juntos cuidan un área reforestada de 15.000 metros cuadrados y 3.000 metros cuadrados de huertos compartidos. Después del trabajo el domingo al mediodía, se reúnen para conversar y compartir.

En bici a Gaggiano para hacer tierra

Fue un domingo con buen tiempo a inicios de mayo cuando en bicicleta, 5 personas, Francesca, Nicolò, Enrico, Ivana y Salomé, llegamos al vivero donde Junior trabaja.

Encontramos a Junior, quien nos acogió con entusiasmo e inmediatamente nos mostró cómo funciona la huerta-vivero. En la parte del huerto, Junior cultiva una gran variedad de hortalizas que están desapareciendo. Debido a la globalización, la diversidad alimentaria está en peligro, por fortuna hay personas como Junior que trabajan para recuperarla, ¡qué bien, no?!

Su forma de cultivar no tiene solo un enfoque práctico, huerto sinérgico en el pleno respeto de la naturaleza y de las relaciones con los diversos organismos, sino que es también una ¡filosofía de vida! La importancia de la madre tierra y de un estilo de vida no consumista marcado por un valor en las relaciones. 

Para empezar nos contó que cuando llegó a la Lombardía se preguntó que podía ofrecer a esta tierra y a ese lugar en particular. Vio que en los alrededores hay arrozales y una fábrica de arroz que produce el salvado de los granos como producto de desecho y, como nos hará notar, es uno de los ingredientes importantes de su compost. En el entorno también hay vacas de las cuales toma el estiércol, trozos de leño de los árboles que bordean el vivero que son el sustrato ideal para los microorganismos descompositores.

Otra forma de hacer compost

Manos a la obra, primero recopilamos todos los ingredientes que necesitaríamos:

  1. paja
  2. salvado de arroz
  3. estiércol de vaca
  4. melaza (agua saturada de azúcar, aproximadamente medio litro)
  5. hierba fresca triturada
  6. trozos de leño con microorganismos (ramas con corteza)*
  7. Agua

*Los microrganismos se encuentran en la base de los árboles grandes, justo debajo de la primera capa de tierra, son como telarañas blancas sutiles. En ausencia de estos se pueden encontrar microorganismos ya prontos en sobres, en Italia por ejemplo hay un producto que se llama Top Crop de Microvita.

Al ir a recoger los ingredientes observamos los terrenos alrededor del vivero: muchos arrozales aún no productivos, tierra seca esperando a ser fertilizada e irrigada.

Iniciamos haciendo una pequeña fogata que será cubierta totalmente con el salvado de arroz y se quemará lentamente hasta convertirse en carbón negro activo, rico en minerales en estado libre. El salvado se quema lentamente y de a poquito añadimos más salvado que extrañamente no produce llama sino en su lugar, un delicioso olor.

Nos explica que el proceso de combustión (el quemado) ayuda a liberar los minerales. De hecho, se forma carbón vegetal (charcoal en inglés), que también se puede comprar. Se podría usar también cualquier paja que se descompone fácilmente, por lo tanto, no necesita quemarse. 

Mientras tanto, en la tierra, dibujamos un circulo de 1 metro de diámetro. Junior nos explicó que un buen compost debe ser tan alto como la circunferencia de su base.

Mientras esperamos que se quemara el salvado de arroz nos fuimos a comer un rico asado con los amigos.

La receta

Al volver, procedemos a disponer los estratos para crear el cúmulo de compost:

Iniciamos con la paja, después la hierba triturada, luego los pedazos de leña, un poco de estiércol de vaca (para un compost en la ciudad, quedan muy bien los restos de la cocina crudos en pedazos (crudos y no productos animales que pueden atraer ratas) o el cambio de cultivo del huerto) y un buen chorro de agua.  

La proporción de los ingredientes es: 3 partes de material seco (paja, leña) y 1 parte de material húmedo (hierba, estiércol). La materia seca añade carbón (C) y el húmedo nitrógeno (N).

Se puede añadir también un poco de compost terminado (como se hace en el parque segantini) como inoculador (por la presencia de lombrices).   

Añadimos de nuevo paja, luego hierba, microorganismos del sobre (comerciales), melaza, pedazos de ramas, hierba y luego agua… 

La secuencia más o menos debería ser: seco, húmedo, seco, húmedo… y en el medio los microorganismo y agua. Con toda esta buena comida, Junior nos dice que vendrán también las lombrices de tierra.

Continuamos así hasta que el cúmulo llegue a un metro de altura.

En ese punto volvemos a nuestro salvado de arroz que, mientras tanto se ha convertido en carbón. Lo apagamos con mucha agua fría, y lo esparcimos encima de la pila de compost. El salvado de arroz mojado regulará la humedad y liberará los minerales.

El cúmulo viene cubierto con un plástico negro para aumentar la velocidad del proceso de descomposición (ayuda a mantener el calor y la humedad). La pila de compost alcanzará una temperatura muy alta de hasta ¡70 grados los primeros días! Esto permite eliminar los patógenos.

Después de unos 5 días, Junior girará el compost con un trinche reconstituyendo el cúmulo, proceso que introduce aire, es decir, oxígeno, y lo cubrirá nuevamente. La pila de compost se girará de la misma manera un total de 5 veces (más o menos cada 5 días). 

La transformación de compost ocurrirá en aproximadamente 1 mes. Si fuera al aire libre tardaría más tiempo. 

Cuando el compost esté listo se reducirá aproximadamente a la mitad.

Casualmente, ese domingo fue el 9 de mayo, el Día de la Madre. Junior nos hace notar que juntos celebramos nuestra «pacha mama» (madre tierra) haciéndole un pastel.

Volvemos a casa en bici, felices con una nueva perspectiva sobre el compost, los microorganismos, los desechos de arroz y el respeto de la tierra.

Por Francesca Mastrangelo y M. Salomé Gachet

2 opiniones en “Una historia de compostaje”

  1. Celebro y apoyo a personas como Junior y todos ustedes que trabajan para recuperar el suelo, la diversidad alimentaria con respeto a la madre tierra y la naturaleza.
    En mi día a día trato de comer lo que da la tierra, apoyar a emprendedores como ustedes, que cultivan de una manera sustentable, amigable con la naturaleza. He descubierto que conocer como y quienes cultivan mis alimentos, me da bienestar, satisfacción y salud. Me siento parte de la comunidad.

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